Sandra Ortega y Juan Gabriel Pérez

En Si misma Do

La voz, el canto el belle canto…
Mi voz siempre me ha sido extraña, ya sea porque me habla con un minúsculo enanito en la oreja o porque penetra en el cerebro queriendo trepanarlo y aunque me reconozco en el silencio, muy pocas veces lo encuentro siempre está ahí ella: mi voz, ansiosa, nerviosa, indolente a mis peros y deseos. A regañadientes la llevo a todos lados, a mis citas secretas, a mis serias manifestaciones y a mis luchas intestinas. Algunas veces la llevo a cantar siempre, claro está, asegurándome estar bajo el cobijo de algún personaje o de un buen grupo de actores que cantan, esto me protege de otras voces que me dicen, “hazlo como quieras yo te sigo” “y no hay alguien que lo pueda hacer contigo” “y si te acompañara otra persona que cante” “si, pero escucha”.
Escuchar… ahora resulta que a corta edad alguien me dijo que no tenía oído, pero a cambio de uno yo tenía dos y no podía entenderlo, claro más tarde lo entendí cuando después de tantos intentos fallidos por realizar un trabajo vocal que me llevara a una decente ejecución del canto esto me llevó a un camino ya conocido más no percibido: la segregación, el pasar por alto, el ir al fondo del grupo, o permanecer entre dos personas que tuviesen un buen desempeño.
Todo lo anterior me llevó después de tantos intentos a la idea de encontrar algún camino diferente y fue allí, al borde del abismo del no puedo que en una sencilla conversación sobre la creación que se nos ocurrió Katalina y a mí la idea de “Intentos Fallidos” y para mí la gran oportunidad de enfrentarme a mis miedos y temores, a desnudar mi voz, y encontrar tal vez la libertad y en lo posible el disfrute que parece tener por ejemplo Fátima Miranda admirada por unos y rechazada por otros. Entonces encontré en mi camino a Oscar Celis músico recién graduado de la Asab quién me acompaño en mis primeras experimentaciones, me dijo que yo tenía un oído armónico, uau… que descubrimiento tenía un oído, bueno después de este descubrimiento me abandonó y me dejó con mi gran hallazgo, luego de una búsqueda desesperada y a escasos dos meses de nuestro intento número uno en el MAC encontré a mi “Ángel San Gabriel”. Juan Gabriel Pérez también músico de la Asab quien me ha acompañado y se ha empeñado en esta cruzada para que yo logre reconciliarme con mi voz, y de alguna manera encuentre no el Belle Canto sino mi propio canto.
Y heme aquí después de tantos intentos fallidos, de tantos miedos, decepciones, frustraciones, de tantos fracasos, de tantas evasiones, frente a ustedes, frente a mí misma, desnuda y satisfecha. Ahora que tengo un oído, un oído armónico, confieso que aún no entiendo muy bien qué es eso, pero sé que si yo logré tener un oído después de no tener ninguno, quizá en el futuro me aparezca otro y entonces tal vez estaré completa nuevamente.

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